Del santo Evangelio
según san Lucas 22, 14-23, 56
Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los
apóstoles; y les dijo: "Con ansia he deseado comer esta Pascua con
vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que
halle su cumplimiento en el Reino de Dios." Y recibiendo una copa, dadas
las gracias, dijo: "Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo
que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que
llegue el Reino de Dios." Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió
y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced
esto en recuerdo mío." De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo:
"Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por
vosotros. "Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la
mesa. Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de
aquel por quien es entregado!" Entonces se pusieron a discutir entre sí
quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.
Oración introductoria
Espíritu
Santo, ilumina mi oración para penetrar en la comprensión del misterio de la
pasión, muerte y resurrección de Jesús, a quien quiero acompañar con mi
oración, sacrificio y ayuda a los demás, no sólo este Domingo de Ramos, sino
toda mi vida.
Petición
Señor,
dame la gracia de seguirte con disponibilidad a donde quiera que vayas, incluso
si me llevas hasta la cruz y al desprendimiento de mí mismo.
Reflexión
Hoy
es Domingo de Ramos porque celebramos la entrada triunfal de Jesús en
Jerusalén. Pero entra como un rey humilde, pacífico y manso.
No
entra con tanques ni con metralletas para conquistar la ciudad. Tampoco entra
en un caballo blanco al sonido de las trompetas, como lo hacían antaño los
emperadores o los generales romanos después de vencer a los enemigos. No. Jesús
entra montado en un burrito, signo de humildad y de mansedumbre.
Es
aclamado por gente buena y sencilla, y una gran cantidad de sus discípulos son
mujeres y niños. Lo proclaman rey no con el estruendo de las armas, sino con
los gritos de júbilo. Y no agitan bayonetas o pancartas, sino ramos de olivo y
de laurel, signos de la paz. ¡Éste es Jesús, nuestro Rey, el Rey de la paz y
del amor verdadero, el que entra hoy triunfante a Jerusalén!
Pero
también hoy es domingo de "Pasión" porque iniciamos esta semana de
dolor, que culminará en la Cruz. Por eso en el Evangelio de la Misa de este día
se proclama toda la pasión del Señor. Sólo ocurre esto dos días en todo el año:
hoy y el Viernes Santo. Pero la muerte de Cristo en el Calvario no es una
derrota, sino el triunfo más rotundo y definitivo de Nuestro Señor sobre los
poderes del mal, del pecado y de Satanás.
Estos
días santos son, pues, para acompañar a Cristo en los sufrimientos de su Pasión
y en su camino al Calvario: para unirnos a Él a través de la oración, los
sacramentos, la caridad, el apostolado y las obras buenas. ¡Tantas cosas
podemos hacer en favor de los demás!, pero tal vez nos falta imaginación o
inventiva. O pensar más en los demás y menos en nosotros mismos.
Las
últimas palabras de Jesús en la cruz son de una elevación singular: la súplica
de perdón para sus enemigos, la promesa del paraíso al buen ladrón, la sed, la
entrega de su Madre a Juan, el misterioso abandono paterno, el informe de su
misión, la entrega de su espíritu al Padre. Y, tras la muerte de nuestro Señor,
el religioso temor de los soldados y la lágrima del Padre caída desde los
cielos; el terremoto, la destrucción del templo, la derrota definitiva del
poder del mal y de la muerte, la acogida del Cuerpo bendito de Jesús en el
regazo de María. Retratos todos de una sublimidad inigualable.
Hoy
iniciamos la Semana Santa y la Pasión de Cristo es una experiencia espiritual
que todos debemos hacer si queremos ser auténticos cristianos. Sólo en la Pasión
logramos comprender y aceptar tantas cosas incomprensibles en nuestra vida y
experimentamos en el fondo de nuestra alma el amor infinito de un Dios que se
entregó, hasta la locura, para salvarnos. ¡Sus llagas nos han curado! Y por ti
y por mí volvería a repetirlo con tal de llevarnos al cielo. Ojalá también
nosotros aprendamos a abrazar la cruz, amando y siguiendo las huellas de
nuestro Cristo Crucificado. Eso significa ser cristiano.
Propósito
Seguir
mi meditación diaria durante toda la Semana Santa, pidiendo a Dios me ayude a
comprender el gran amor que me tiene.
Diálogo con Cristo
Señor,
hoy te quiero dar las gracias por todas las cruces y dificultades que permites
en mi vida. Ellas son muestra de tu singular predilección, son instrumentos que
me concedes para santificarme y para acompañarte en tu misión redentora.
Concédeme vivir todo con paciencia, con mortificación y con amor, en una
palabra, ayúdame a acompañarte en tu pasión y a nunca dejarte solo.
Preguntas o comentarios al
autor P. Sergio Córdova
LC
Autor: P Sergio
Córdova LC | Fuente: Catholic.net
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