miércoles, 19 de junio de 2013

El Jardín


Los agricultores saben que para trazar un nuevo jardín o rehacer uno viejo, lo más importante es preparar la tierra de cultivo. Primero es necesario eliminar las piedras, las malas hierbas y las plantas viejas y estropeadas. Después, si es un jardinero responsable cavará la tierra hasta una profundidad equivalente a dos palas, retirando más piedras y raíces viejas. A continuación añadirá tanta materia orgánica como sea posible. Soy partidaria del abono orgánico... Sobre esta tierra suelta y limpia se pone entre siete y diez centímetros de abono y después se remueve la tierra con la pala y se mezcla bien. Es un trabajo que vale la pena hacer para plantar. Cualquier cosa que se plante en esa tierra  brotará y se convertirá en una planta fuerte y sana.

Cuando trabajo en mi jardín, enriqueciendo amorosamente la tierra de cultivo, sembrando, cosechando y reciclando, siento esta unidad. Puedo tomar un pequeño sector de tierra dura e imprudictiva, muchas veces lleno de malas hierbas, y transformarlo poco a poco en una rica marga que va sustentar la vida en todas sus muchas formas. Es como tomar un sector de nuestra mente lleno de pensamientos y hábitos destructivos y alimentarlo para que pueda crear y sustentar experiencias sanas y enriquecedoras. Los pensamientos negativos, de miedo y odio, contribuyen a la enfermedad, al mal-estar.
Podemos sanar nuestra mente. Podemos sanar nuestra alma.Podemos sanar nuestra tierra  de cultivo. Podemos contribuir a crear un planeta sano donde todos prosperemos y vivamos dichosos, tranquilos a gusto. Pero solo cuando nos amemos  a nosotros mismos podremos realizar esta curación.

Comparto esta linda reflexión de la Autora: Louise Hay



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